¿Nunca han estado concentrados en algo, pero luego voltear a un lado y descubrir a algún extraño y diminuto bichito merodeando por ahí? Y por mas que les cause repulsión o temor, ¿no se han entretenido aunque sea por un momento en ver sus diminutas antenas, patas, alas o cualquiera de sus componentes? Muy probablemente esto nos haya pasado a todos, al menos de niños (cuando dejamos que nuestra curiosidad supere nuestros temores), pero hace algunos siglos le paso a un hombre que no tenia problema alguno con pasar horas enteras con algunos de las criaturas mas pequeñas y peligrosas conocidas. Este hombre era Anton van Leeuwenhoek.
Leeuwenhoek nació en 1632 en Delft, Holanda. Es decir, apenas 33 años después de que Galileo usara su telescopio para el estudio del cielo. Este era un tiempo (el renacimiento) en el que la gente en Europa por fin satisfacía su instinto natural humano por la exploración y el aprendizaje después de la opresión sufrida entre los siglos V y XV. En esta época la "moda" era la investigación, y si bien mucha gente (sobre todo de la aristocracia) se dedicaba a "investigar" cuestiones y temas que hoy darían riza, se dieron casos de personas a quienes el mundo natural que les rodeaba constituía un tema irresistible en el cuál perderse durante horas enteras cada día. En el caso de nuestro personaje, se trataba del mundo de las cosas muy pequeñas.
Acercamiento de uno de los microscópios de Leeuwenhoek, el alfiler se ve en primer plano y el orificio oscuro es donde se encuentra la lente. Uno observa acercando la cara por el lado opuesto.
Para entender mejor lo que hiso Leeuwenhoek (repito tanto el nombre para que se lo aprendan :) ) hablemos un poco de él como persona. Era, tendero de profesión, se dedicaba ala venta de telas. Su padre y abuelo fueron fabricantes de carruajes, por lo que su educación fue bastante sencilla y enfocada al comercio. Lo poco que Leeuwenhoek sabía de ciencia era lo que leía de astronomía, matemáticas, química y demás ramas de la entonces "filosofía natural". Y lo que él podría leer sería muy poco, ya que el único lenguaje que conocía era el Holandés y los tratados científicos eran escritos en la muy culta lengua del latín (los demás idiomas eran considerados "bárbaros"), únicamente algún que otro escrito de lo que hoy llamaríamos divulgación científica (nota: Galaxias y Fósiles aún no existía) se llegaba a escribir en tan poco educados idiomas como el Holandés. Pero esto bastó para despertar en este mercader de telas el interés por unos relatos sobre el muy curioso efecto que tenían las lentes de vidrio al amplificar las imágenes.
Después de leer sobre las lentes y visitar a fabricantes de lentes para aprender su oficio, Leeuwenhoek comenzó a fabricar las primeras versiones de lo que hoy llamamos "microscopio". Estas erán básicamente una estructura metálica para sostener una lente de aumento (muy pequeña y tan finamente hecha que impresionaba a los fabricantes profesionales) con un alfiler en el lado opuesto donde se colocaba el objeto de estudio. La personalidad de Leeuwenhoek era algo.....peculiar, era desconfiado a mas no poder, al grado de que no solo fabricaba sus propias lentes sino que compraba el mineral para extraer el metal para fabricar sus instrumentos.
Entonces la pregunta, ¿que estudiaba Leeuwenhoek con sus minuciosamente construidos microscopios? La respuesta es, lo primero que le cruzaba, desde insectos a pelos de cerdo y gotas de agua. Pero lo que me parece mas interesante sobre el trabajo de Leeuwenhoek no es lo extenso que fue su campo de estudio o el merito que tiene el haber fabricado sus propios instrumentos, sino lo metódico y objetivo que fue al registrar lo que observaba. De hecho, entre los muchos logros de este vendedor de telas, se encuentra el descubrimiento de los microbios, a quienes llamo "animalúsculos" y los vasos capilares (descubiertos en las colas de los pescados).
Antes de hacer cualquier dibujo, o anotación sobre algún bichito extraño o sobre algún detalle de la hoja de alguna planta al frente de su tienda, Leeuwenhoek lo observaba docenas y hasta centenares de veces con el propósito de estar seguro de que lo que veía no era efecto de la luz, el cansancio o algún otro agente otro que la realidad. Esta tendencia implicaba, claro, que en muchas ocasiones debía dedicar un microscopio a cada objeto que estudiaba. Así el construiría uno de sus aparatos y le pondría en el alfiler, digamos, un piojo (sobre los cuales efectuó cuantiosas observaciones). Ese microscopio sería entonces "el microscopio del piojo", el cuál sería utilizado muchas ocasiones durante meses sin albergar a nada mas que al piojo. Si durante dicho periodo se cruzaba con algún vecino y lo asaltaba el antojo de poner una de las cejas de éste bajo otra lente, construiría un nuevo microscopio que sería "el microscopio de la ceja del vecino" (según parece, a Leeuwenhoek no le quitaba el sueño el andar por la calle con unas pequeñas pinzas en su bolsillo por si se cruzaba con alguien con algo digno de observarse; en cuyo caso se lo arrancaría sin mayor protocolo, lo que contribuyó a su fama de "excéntrico" entre sus conciudadanos). Luego estos dos aparatos estarían en su cuarto de estudio (en la parte trasera de su tienda, la cual era atendida por su hija ya que su inteligente padre prefería escudriñar las patas del piojo que hablar de los últimos chismes con los clientes) junto con muchos otros a los cuales se les prestaría atención de cuando en cuando.
Pero en sí, no era hasta después de muchas observaciones, de verlos con varios tipos de luz, a diferentes horas y ángulos que se dedicada a dibujarlos y escribir anotaciones sobre sus objetos de estudio.
Entre todo lo que se puede mencionar de Leeuwenhoek, esto es lo que me parece mas relevante, ya que en esa era de nacientes campos de estudio y ciencias en pañales, mucho faltaba por hacer para lograr producir resultados confiables que hayan pasado todo el escrutinio que exige la ciencia.
En este caso no me preocuparé por llegar a una conclusión ya que la entrada en un blog no puede llegar a la extensión en que se ha de tratar a quién puede llenar un libro entero, tal como Leeuwenhoek. Solo diré que lo que mas le admiro es lo escrupuloso que fue a la hora de registrar lo que estudiaba y dejaré al lector que siga investigando sobre este personaje y lea de él lo que mas le agrade, ya sea el estudio de sus cuadernos de notas y dibujos, sus escritos sobre la conducta de los "animalúsculos" y la composición de la suciedad encontrada entre los dientes, o las curiosas historias que rondan sobre la peculiar conducta de nuestro holandés ante los respetables señores jueces, obispos y alcaldes que lo honraban con el hecho de ir ellos hasta su tienda y los cuales eran ignorados durante horas por que las antenas de las hormigas eran mas interesantes (para terrible vergüenza de la hija de Leeuwenhoek que se deshacía en atenciones) y eran recompensados después de su larga espera con una o dos ojeadas por los microscopios (por su puesto que no se los soltaba, sino que los detenía para que puedan ver) y de cuando en cuando, donando, repentina e involuntariamente, parte de su ser a la colección de sujetos de estudio al caer víctimas de sus pinzas.
Así que no tengan reparo en detenerse de sus actividades para observar las alas del nuevo bichito que revolotea a su alrededor, de seguro serán mas interesantes que cualquier discurso presidencial.
P.D: A continuación dejo un espacio en blanco, para que puedan usar la luz del monitor para atraer insectos en la noche. Solo coloquen el monitor en el exterior y apaguen cualquier otra fuente luminosa, en unos momentos algún curioso animalillo volador rondará en las cercanías y podrán observar su estructura y conducta.
Fin del espacio "atrae-insectos".
Dibujos de Leeuwenhoek sobre granos de arena.
Leeuwenhoek nació en 1632 en Delft, Holanda. Es decir, apenas 33 años después de que Galileo usara su telescopio para el estudio del cielo. Este era un tiempo (el renacimiento) en el que la gente en Europa por fin satisfacía su instinto natural humano por la exploración y el aprendizaje después de la opresión sufrida entre los siglos V y XV. En esta época la "moda" era la investigación, y si bien mucha gente (sobre todo de la aristocracia) se dedicaba a "investigar" cuestiones y temas que hoy darían riza, se dieron casos de personas a quienes el mundo natural que les rodeaba constituía un tema irresistible en el cuál perderse durante horas enteras cada día. En el caso de nuestro personaje, se trataba del mundo de las cosas muy pequeñas.
Acercamiento de uno de los microscópios de Leeuwenhoek, el alfiler se ve en primer plano y el orificio oscuro es donde se encuentra la lente. Uno observa acercando la cara por el lado opuesto.
Para entender mejor lo que hiso Leeuwenhoek (repito tanto el nombre para que se lo aprendan :) ) hablemos un poco de él como persona. Era, tendero de profesión, se dedicaba ala venta de telas. Su padre y abuelo fueron fabricantes de carruajes, por lo que su educación fue bastante sencilla y enfocada al comercio. Lo poco que Leeuwenhoek sabía de ciencia era lo que leía de astronomía, matemáticas, química y demás ramas de la entonces "filosofía natural". Y lo que él podría leer sería muy poco, ya que el único lenguaje que conocía era el Holandés y los tratados científicos eran escritos en la muy culta lengua del latín (los demás idiomas eran considerados "bárbaros"), únicamente algún que otro escrito de lo que hoy llamaríamos divulgación científica (nota: Galaxias y Fósiles aún no existía) se llegaba a escribir en tan poco educados idiomas como el Holandés. Pero esto bastó para despertar en este mercader de telas el interés por unos relatos sobre el muy curioso efecto que tenían las lentes de vidrio al amplificar las imágenes.
Después de leer sobre las lentes y visitar a fabricantes de lentes para aprender su oficio, Leeuwenhoek comenzó a fabricar las primeras versiones de lo que hoy llamamos "microscopio". Estas erán básicamente una estructura metálica para sostener una lente de aumento (muy pequeña y tan finamente hecha que impresionaba a los fabricantes profesionales) con un alfiler en el lado opuesto donde se colocaba el objeto de estudio. La personalidad de Leeuwenhoek era algo.....peculiar, era desconfiado a mas no poder, al grado de que no solo fabricaba sus propias lentes sino que compraba el mineral para extraer el metal para fabricar sus instrumentos.
Dibujo de la sección transversal del cabello de un cerdo. Esto muestra lo amplio de los estudios de Leeuwenhoek.
Entonces la pregunta, ¿que estudiaba Leeuwenhoek con sus minuciosamente construidos microscopios? La respuesta es, lo primero que le cruzaba, desde insectos a pelos de cerdo y gotas de agua. Pero lo que me parece mas interesante sobre el trabajo de Leeuwenhoek no es lo extenso que fue su campo de estudio o el merito que tiene el haber fabricado sus propios instrumentos, sino lo metódico y objetivo que fue al registrar lo que observaba. De hecho, entre los muchos logros de este vendedor de telas, se encuentra el descubrimiento de los microbios, a quienes llamo "animalúsculos" y los vasos capilares (descubiertos en las colas de los pescados).
Antes de hacer cualquier dibujo, o anotación sobre algún bichito extraño o sobre algún detalle de la hoja de alguna planta al frente de su tienda, Leeuwenhoek lo observaba docenas y hasta centenares de veces con el propósito de estar seguro de que lo que veía no era efecto de la luz, el cansancio o algún otro agente otro que la realidad. Esta tendencia implicaba, claro, que en muchas ocasiones debía dedicar un microscopio a cada objeto que estudiaba. Así el construiría uno de sus aparatos y le pondría en el alfiler, digamos, un piojo (sobre los cuales efectuó cuantiosas observaciones). Ese microscopio sería entonces "el microscopio del piojo", el cuál sería utilizado muchas ocasiones durante meses sin albergar a nada mas que al piojo. Si durante dicho periodo se cruzaba con algún vecino y lo asaltaba el antojo de poner una de las cejas de éste bajo otra lente, construiría un nuevo microscopio que sería "el microscopio de la ceja del vecino" (según parece, a Leeuwenhoek no le quitaba el sueño el andar por la calle con unas pequeñas pinzas en su bolsillo por si se cruzaba con alguien con algo digno de observarse; en cuyo caso se lo arrancaría sin mayor protocolo, lo que contribuyó a su fama de "excéntrico" entre sus conciudadanos). Luego estos dos aparatos estarían en su cuarto de estudio (en la parte trasera de su tienda, la cual era atendida por su hija ya que su inteligente padre prefería escudriñar las patas del piojo que hablar de los últimos chismes con los clientes) junto con muchos otros a los cuales se les prestaría atención de cuando en cuando.
Pero en sí, no era hasta después de muchas observaciones, de verlos con varios tipos de luz, a diferentes horas y ángulos que se dedicada a dibujarlos y escribir anotaciones sobre sus objetos de estudio.
Entre todo lo que se puede mencionar de Leeuwenhoek, esto es lo que me parece mas relevante, ya que en esa era de nacientes campos de estudio y ciencias en pañales, mucho faltaba por hacer para lograr producir resultados confiables que hayan pasado todo el escrutinio que exige la ciencia.
En este caso no me preocuparé por llegar a una conclusión ya que la entrada en un blog no puede llegar a la extensión en que se ha de tratar a quién puede llenar un libro entero, tal como Leeuwenhoek. Solo diré que lo que mas le admiro es lo escrupuloso que fue a la hora de registrar lo que estudiaba y dejaré al lector que siga investigando sobre este personaje y lea de él lo que mas le agrade, ya sea el estudio de sus cuadernos de notas y dibujos, sus escritos sobre la conducta de los "animalúsculos" y la composición de la suciedad encontrada entre los dientes, o las curiosas historias que rondan sobre la peculiar conducta de nuestro holandés ante los respetables señores jueces, obispos y alcaldes que lo honraban con el hecho de ir ellos hasta su tienda y los cuales eran ignorados durante horas por que las antenas de las hormigas eran mas interesantes (para terrible vergüenza de la hija de Leeuwenhoek que se deshacía en atenciones) y eran recompensados después de su larga espera con una o dos ojeadas por los microscopios (por su puesto que no se los soltaba, sino que los detenía para que puedan ver) y de cuando en cuando, donando, repentina e involuntariamente, parte de su ser a la colección de sujetos de estudio al caer víctimas de sus pinzas.
Así que no tengan reparo en detenerse de sus actividades para observar las alas del nuevo bichito que revolotea a su alrededor, de seguro serán mas interesantes que cualquier discurso presidencial.
P.D: A continuación dejo un espacio en blanco, para que puedan usar la luz del monitor para atraer insectos en la noche. Solo coloquen el monitor en el exterior y apaguen cualquier otra fuente luminosa, en unos momentos algún curioso animalillo volador rondará en las cercanías y podrán observar su estructura y conducta.
Fin del espacio "atrae-insectos".
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